BIENVENIDOS AL NUEVO MUNDO

Hola a todos, con este mensaje inauguro la temporada otoño-invierno (aquí) de historias del nuevo mundo. No hace más que tres días que llegué y puede que sea muy pronto para sacar conclusiones, pero voy a intentar contar un poco mis primeras impresiones... no las toméis en serio, seguro que en cuatro días las he cambiado totalmente.

Brasil, o al menos São Paulo, a primera vista es un ABSOLUTO CAOS, una ciudad descomunal que nadie debe comprender ni haber pensado de una forma más o menos coherente. Parece un mar de calles y edificios que se dejan sitio los unos a los otros sin ningún sentido, una mezcla de 100 ciudades de distintos continentes pasadas por la batidora para formar un verdadero paisaje de fusión cultural. Para lo bueno y para lo malo.

La primera impresión que tuve al llegar al aeropuerto y venir en un taxi hacia el hotel, fue la de llegar a un sitio mucho más inabarcable de lo que me podía imaginar: enormes distancias, muchísimo tráfico, coches tirando a antiguos y en general un aire bastante setentero. La humedad y el calor parece que se meten hasta el último rincón, y eso no ayuda mucho a que parezca una ciudad limpia. Todo lo contrario, está hecha una porquería.

El hotel en el que nos hospedamos está más o menos bien, aunque para ser de 5 estrellas es bastante casposo, parece como si lo hubiesen hecho en los años 70 y desde entonces no lo hubiesen tocado lo más mínimo, aunque se está bien aquí: la gente que conozco está muy cerca, me dejan tocar el piano, está cerca del trabajo, tiene piscina y gimnasio... a ver qué pasa en unos días cuando tenga algo de rutina, espero que no se me caigan las paredes de mi habitación encima.

El hotel está en plena zona de negocios, enormes rascacielos, mucho jardín (aquí dejas un metro cuadrado sin cemento y te nace una selva), y bastantes centros comerciales tipo “occidental”. Hasta ahí, lo que se puede esperar de una gran ciudad, y ésta es de las más grandes que os podáis imaginar. Del trabajo, no puedo decir mucho porque todavía no estoy haciendo nada, todo llegará.

Lo que sí que puedo contar un poco es la noche, he salido los tres días que llevo por aquí (demasiado para mi gusto, todavía ando con el yet lag o como se diga) y hay oferta de ocio para aburrirse. Mucho bar de música en directo, mucha caipirinha (por ahora peores que las que hacen en Madrid...), y mucho baile.

Pero lo que más me ha llamado la atención es el galimatías étnico que tienen aquí montado. Japoneses, mulatos, negros, arios, latinos... se nota que este país se ha hecho a golpe de inmigración, parece que más o menos mezclada ya después de unas cuantas generaciones. Lo que no se mezcla tanto son las clases sociales, la diferencia que se ve entre barrios es brutal. Entre la zona en la que está el hotel, y el centro de la ciudad (no conozco mucha más) hay un abismo increíble. Debe ser cierto que la ciudad no debe ser nada segura por la noche, sobre todo ciertos barrios, incluso de día pasear por el centro le hace sentir a uno un poco indefenso, se ve tanta pobreza e indigencia que mete un poco de temor en el cuerpo. Somos euros con patas paseando entre la más absoluta miseria, causa bastante inquietud...

Por hoy no voy a escribir mucho más, cuando pueda os contaré algo más de la vida por aquí, de la gente que me rodea y todo lo demás, por ahora me siento muy bien aunque un punto de morriña también tengo, no lo voy a negar!

Os quiero chicos, mil besos para todos